viernes, 14 de mayo de 2010

Vecino Hoy

Vecino: adj. Que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, en habitación independiente. (Definición de la RAE).

Definitivamente, en pleno siglo XXI esta definición es literal, y cualquier tipo de carga sentimental que pudiese acarrear desde siglos atrás esta palabra, ha desaparecido por completo. Al menos, en grandes ciudades como Barcelona. A veces me pregunto cómo saber si al otro lado de los ladrillos no hay otra persona llorando, otro niño escondido bajo el edredón, otra madre sufriendo, otra pareja que ha dejado de quererse… Cómo averiguar que no estás solo. Los vecinos te rodean, les oyes y les ves continuamente, pero ¿qué son? Vecino hoy en día no es nada. Nadie quiere que sea algo.

No me excluyo de esta actitud introvertida e individualista, llegar a casa es como esconderse en una caverna, rincón de paz y tranquilidad. Después de un día intenso sobreviviendo a los tiburones de la gran ciudad, ¿a quién le quedan ganas para tener una distendida charla vecinal? A mí, no.

Ha desaparecido incluso aquella complicidad tan explotada por Hollywood que permitía salir en camisón a pedirle sal al vecino, aquella confianza que venía de serie y que presentaba situaciones de vecinos ayudándose a desmontar o cargar muebles, a pintar una pared, a comprarse el pan mutuamente. ¿Dónde están aquellas relaciones que convertían a los vecinos en una especie de primos lejanos? ¿Dónde están esas vecinas a las que dejarles tu hijo si te surge un imprevisto? ¿Por qué ya nadie deja su juego de llaves al vecino? ¿Por qué evitamos la convivencia?

¿Por qué hoy los vecinos son solo una variopinta selección de personas anónimas con las que solo te une una maldita escalera?

http://www.youtube.com/watch?v=l4WIsQwkbJw

lunes, 10 de mayo de 2010

Entre Córcega e Industria I

La primera cita de Juan y Rosa se sucedió frente a las atentas miradas de varios vecinos un sábado por la mañana. La primavera ya había arrancado en la ciudad y los paseantes aparecían en las calles como los caracoles en el campo después de una fuerte tormenta. Entre Córcega e Industria en aquella calle tan familiar las vecinas se sentaban frente a sus casas charlando y viendo a la gente pasar. Semejante comportamiento ya desapareció hace décadas, justo cuando aquella ciudad pequeña y tradicional empezó a convertirse en metrópolis, monstruoso enclave de negocios y turistas.

Juan y Rosa crecieron en un entorno donde se podía caminar de Gracia a Sants en quince minutos, rodeado de campo y sin sufrir ningún atasco estando dentro de un autobús. Crecieron en la cuna de una futura gran ciudad, crecieron en época de guerras, en época de chabolas, en una época donde los niños necesitaban el ingenio y la imaginación para poder jugar. Crecieron cuando carros y coches todavía convivían, debían “bajar a Barcelona” de compras. Crecieron en calles donde, a falta de tele, los vecinos eran la mejor distracción. Crecieron en un mundo donde los vecinos eran mucho más que aquellos simples desconocidos con los que se comparten un par de capas de ladrillo.




Rosa se apoyaba en la pared, justo bajo el número que indicaba la posición de su casa, enfundada en un vestido verde y con la cara mirando al cielo, como un girasol. Su tía le hacía compañía hablándole sin cesar de mil y una historias del vecindario sin percatarse que Rosa, joven y guapa muchacha soltera divagaba entre pensamientos sobre el amor sin escuchar una sola palabra. Juan estaba preparando la moto para salir de excursión con unas parejas amigas cuando vio la blanca piel de Rosa brillando en el sol, con aquel vestido verde que la hacía parecer una flor, una flor llena de color crecida en el ensanche de una Barcelona cada vez más industrial y gris.


Lo que pasara en aquella excursión en moto, siempre será un misterio.

jueves, 6 de mayo de 2010

Vecinos que entienden de ironías

Hay una alfombrilla en mi rellano que dice “Cuidado con el perro” y está recortada como si algún monstruo malévolo se hubiese zampado una esquina.


Los inquilinos de ese piso son los dueños de un Yorkshire toy. El perro será ruidoso, histérico y rabioso pero, desde luego, no hay que tener cuidado con él.