sábado, 17 de abril de 2010

Música en las vigas

www.youtube.com/watch?v=0Su8LXNS16A (Play para leer)

Cada domingo, puntual, el vecino se sienta frente a su piano, posa las manos sobre el teclado y hace sonar la misma canción. Oír a través del forjado como toca la emocionante pieza principal de la banda sonora de The Piano inspira seguridad. No importa si bajo su piano es un domingo triste o un domingo alegre, un domingo de desconcierto, un domingo solitario, domingo de reposo, domingo de playa, domingo de ramos, de resurrección o de pentecostés, no importa. Él toca la canción con su piano.

Hay momentos que despiertan un sentimiento de vacío, una sensación de duda, ocasiones cuando hay que tomar decisiones, decidir la dirección en una encrucijada, instantes que te colocan al borde del precipicio, que dejan a la vista tu soledad, tiempos malos que parece que todo lo cambian, que advierten un futuro incierto. Entonces llega la mañana del domingo y él hace sonar la emocionante canción. La vida sigue su curso, el mundo sigue en su sitio y el rutinario vecino sigue aquí, y vuelve a tocar, una y otra vez. Pasada una hora él se levanta con calma y permanece en silencio.

La calidad con que toca la melodía permite adivinar que se trata de un pianista profesional. Sin embargo, tal vez se trate de algún tipo de fijación extraña que lo ha llevado a la práctica de la idéntica sucesión de notas desde tiempo atrás; siempre hace sonar la misma canción. Como oyente habitual considero que ya ha alcanzado la perfección en eso de tocar The Piano, pero me alegra que aún existan motivos que le lleven cada domingo puntual a acariciar su piano, y mi oído.

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